Este nuevo año que está a menos de cuatro días de empezar, es decisivo en lo que respecta a la ciencia y a la humanidad en general. Uno de los retos que tenemos ante nosotros es una vacunación a nivel mundial de carácter monumental; y muy compleja en todos los aspectos como en la logística. Si tenemos una vacuna y no la ponemos a la mayor cantidad de gente posible entonces no remitiremos la situación que estamos viviendo. Por consiguiente, no hemos de olvidar que lamentablemente todos los países no tienen las mismas infraestructuras y algunos carecen del dinero para poder suministrar de manera gratuita la vacuna a sus habitantes. Por ello, al igual que en la ciencia los científicos se han coordinado y se han ayudado entre ellos, confío que este compañerismo ocurra entre los distintos gobiernos alrededor de todo el globo terráqueo.
Esta pandemia esperemos que nos haga darnos cuenta de que la ciencia no es un gasto, sino que es una inversión en el tiempo. Una investigación que en un principio puede parecer no factible al final si lo puede resultar. Esto se puede apreciar muy bien en las investigaciones de Katalin Karikó para las que en un principio no recibía la subvención que necesitaba para sus investigaciones en la molécula tan oída últimamente, el ARN mensajero y que, tras cuarenta años de duro y continuado trabajo, ha podido en menos de un año crear una vacuna factible frente al SARS-Cov-2. Gracias a ella podemos empezar a apreciar luz al final del túnel. Aunque realmente este no lo debemos considerar como un final, sino como el inicio de una nueva era de cambios, de apoyo hacia la ciencia, de mayor comunicación entre los científicos y la sociedad, de mayor obediencia de los gobiernos a los científicos y que por ejemplo se luche contra el sedentarismo. Si esto se hiciese de manera más activa, se evitaría que muchas personas desarrollasen las enfermedades que derivan de él como la hipertensión, y por lo tanto se mejoraría la salud de la población y se reduciría el número de tratamientos médicos y el gasto que estos conllevan.
En conclusión, el cambio está ante nosotros no dejemos que la corriente del río se lo lleve y luchemos por dar el lugar que se merece a la ciencia, con el único fin de poder disfrutar de una mejor vida.
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Diego Rueda García
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